Cuando hablamos de fertilidad nos referimos a la capacidad o no de concebir. Para muchas personas hoy día esto se ha convertido en algo complejo ya que según estadísticas actuales la fertilidad sigue disminuyendo a nivel mundial (paradójicamente con la sobrepoblación que tenemos actualmente).
Cuando un ser humano se ve enfrentado a dificultad para concebir puede acudir a un especialista en medicina reproductiva y fertilidad.
Se procede a realizar una serie de evaluaciones preliminares para decidir cual es el protocolo mas adecuado en su caso, y se realiza un procedimiento de baja o de alta complejidad.
Hay un gran incremento en clínicas de fertilidad hoy día, lo cual se refleja con el número mas elevado de pacientes que presentan complicaciones para convertirse en padres. Y hay una gama de procedimientos disponibles que siguen avanzando y mostrando que la tecnología puede aportar innovación a problemáticas que hace solo unos años atrás eran vistas como ciencia ficción.
Los tratamientos de fertilidad de baja complejidad incluyen aquellos que no requieren complejidad y que producen la unión del espermatozoide con el óvulo dentro de la mujer, entre ellos se encuentran las relaciones dirigidas y la inseminación intrauterina. Por otro lado, los de alta complejidad, como su nombre lo indica son mas complejos y requieren de la unión del espermatozoide con el ovocito fuera de la mujer, en un laboratorio especializado con personal altamente entrenado. Estos tratamientos involucran la fertilización in vitro y la inyección del espermatozoide en el óvulo (ICSI).
El tipo de tratamiento va a depender de la evaluación inicial del paciente y de los resultados que se obtengan con los gametos, de los antecedentes personales y familiares, la evaluación de la pareja, y de las condiciones financieras.
