La gran conexión entre el stress y la infertilidad.

En nuestra consulta de medicina reproductiva, es común recibir pacientes que ya llegan con un alto nivel de estrés, incluso antes de comenzar el tratamiento. La infertilidad genera una enorme carga emocional, y lo preocupante es que este mismo estrés puede agravar aún más el problema. A nivel mundial, las tasas de infertilidad y de abortos espontáneos siguen en aumento, y el estrés crónico se ha identificado como un factor que interfiere directamente con la salud reproductiva.

El estrés ha sido clasificado como una enfermedad, y su impacto en el funcionamiento del organismo es profundo. Uno de los efectos más relevantes en la fertilidad es la disminución de los niveles de progesterona, una hormona esencial tanto para lograr el embarazo como para mantenerlo.

¿Qué papel cumple la progesterona?

La progesterona prepara el útero para la implantación del embrión y lo mantiene en condiciones óptimas durante toda la gestación. Sin niveles adecuados de esta hormona, el embarazo no puede sostenerse. Sin embargo, cuando estamos sometidos a estrés constante, nuestras glándulas adrenales comienzan a producir más cortisol y adrenalina para enfrentar esa “amenaza”. Para fabricar cortisol, el cuerpo necesita utilizar progesterona como materia prima. Es decir, durante períodos de estrés, la progesterona se desvía de su función principal para producir hormonas del estrés.

Esto genera un círculo vicioso: cuanto más estrés, menos progesterona disponible para el embarazo. Además, este desequilibrio hormonal puede afectar también los niveles de estrógeno y testosterona, provocando una cascada de síntomas como calores, insomnio, cambios de humor, dolores menstruales o malestar general. Algunas mujeres recurren a suplementos de progesterona para aliviar estos síntomas, pero la solución más eficaz y sostenible es reducir los niveles de estrés.

Evaluar el impacto hormonal del estrés

Si estás buscando concebir o ya estás en tratamiento de fertilidad, es fundamental hablar con tu médico sobre tu estado emocional y tus niveles de estrés. Comprender cómo se encuentran tus niveles hormonales a lo largo del ciclo es clave para detectar posibles alteraciones.

Durante el ciclo menstrual se miden hormonas como FSH, LH, estradiol y progesterona, que nos dan información sobre la reserva ovárica y la respuesta del organismo. También es importante evaluar la función adrenal a través de niveles de cortisol, insulina y DHEA. Si estos valores están elevados, es una señal clara de que tu cuerpo está respondiendo al estrés crónico.

El cortisol elevado, además, puede incrementar la insulina, lo que se asocia con obesidad, diabetes, hipertensión y riesgo cardiovascular. Todo esto afecta directamente la fertilidad.

Restaurar el equilibrio

El proceso de curación empieza por tomar la decisión consciente de restaurar el funcionamiento natural del cuerpo. Cuando nuestras glándulas adrenales están equilibradas, cuando manejamos adecuadamente nuestras emociones y reducimos el estrés diario, nuestras hormonas se regulan de manera más armónica. Y ese equilibrio nos acerca, sin duda, a la meta más esperada: ser padres.


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