Infertilidad como el reto de nuestras vidas.

Durante meses, e incluso años, muchas personas en el mundo enfrentan el desafío de la infertilidad. Algunos lo perciben como un castigo, otros como una prueba que deben superar. Sin embargo, ninguna de estas posturas suele ser el camino más efectivo para afrontar este proceso.

Hoy conversaba con un querido amigo que ha atravesado momentos muy difíciles. Me confesaba sentirse vacío. Esa sensación de vacío suele aparecer cuando la tristeza acumulada rebasa nuestra capacidad de gestionarla, y comienza a llenar nuestro espíritu. Nos sentimos apagados, sin energía ni ganas de hacer nada.

Comparto esto porque es una emoción común en personas que atraviesan enfermedades, conflictos familiares o personales, frustraciones laborales o rutinas vacías. Muchas veces, esta sensación viene acompañada por un sentimiento de culpa por las decisiones tomadas a lo largo de la vida.

Es frecuente escuchar a pacientes expresar angustia e impotencia, convencidos de que las soluciones deberían ser simples. Todos desearíamos tener una varita mágica que convirtiera los obstáculos en oportunidades, las pérdidas en ganancias, el dolor en alegría. Sin embargo, el mayor reto que enfrentamos es aprender a recorrer el camino largo, ese que casi siempre resulta ser el más difícil, pero también el más transformador.

Cada año, millones de personas buscan soluciones rápidas a sus problemas de salud, consumiendo medicamentos o tratamientos que muchas veces solo atacan los síntomas sin resolver el origen. Se enfocan únicamente en el plano físico, sin considerar que la raíz de muchos de nuestros males se encuentra dentro de nosotros: en nuestra mente, en nuestro subconsciente.

Hablaré más profundamente sobre esto en futuros artículos, pero el mensaje clave es este: el verdadero secreto está en restablecer la comunicación entre mente y cuerpo. Al lograrlo, podemos recuperar el control de nuestras emociones y guiar a nuestras células hacia un estado de armonía.

Numerosas investigaciones han demostrado el poder que tiene nuestra actitud y estado mental sobre nuestra salud física. Afrontar los retos con una mentalidad positiva puede marcar la diferencia.

Personalmente, sé lo que es estar en una encrucijada, con toda la información en las manos, pero sin saber con certeza cuál es el mejor camino. Tal vez nunca lo sabremos. Pero sí podemos elegir el que nos brinde paz, claridad, bienestar y salud. Esa es, sin duda, la decisión más acertada.

Cuando pacientes de fertilidad llegan angustiados por no conseguir resultados inmediatos, suelo invitarlos a reflexionar: ¿Por qué ha llegado este reto a tu vida? No se trata de luchar contra él con terquedad para demostrar fortaleza, ni de rendirse pensando que es una prueba impuesta por Dios, el Universo, la vida… Se trata de observar hacia adentro, con honestidad, y descubrir qué está pidiendo este momento de ti.

Al volver la mirada hacia nuestro interior, muchas veces comprendemos por qué estamos donde estamos. Y desde esa comprensión nace la verdadera transformación.

Todo puede comenzar a cambiar con una sola decisión: hacer un cambio positivo, agradecer lo que tenemos —aunque aún sintamos que algo nos falta— y aceptar que cada experiencia trae consigo una enseñanza. El secreto está en esta aceptación, en caminar con una actitud positiva y abierta.

A todos mis pacientes de fertilidad les recomiendo complementar su tratamiento médico con herramientas que ayuden a equilibrar su mente y emociones: programas de crecimiento personal, prácticas como yoga, meditación, hipnosis, trabajo con el perdón, terapias de autoconocimiento… Poco a poco, se darán cuenta del poder que tiene retomar el control de sus vidas desde la consciencia. Y esa sensación de vacío, desaparecerá para siempre.


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